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10 de octubre de 2016

TESTIMONIO DE ISIDRO IZQUIERDO CALLE - MISIONERO DIOCESANO EN BENIN Y NIGER




Sal de tu tierra.

Esta frase para, mí, misionero en África, tiene dos significados. Un primer significado sería geográfico. Significa que he dejado mi país, mi pueblo, mi familia, mis amigos. Sí, hace ya más de veinte años que cogí unas maletas y salí de mi tierra, de Extremadura, de Plasencia.

Recuerdo llevar mucho peso en las maletas, pero el corazón pequeñito por lo que dejaba. No fue fácil abandonar el hogar. Duele alejarse de los seres queridos y de aquellas cosas que te parecen toda tu vida.

Al llegar te encuentras otra tierra, otro pueblo, otras gentes…que no son tu tierra, tus gentes, tu pueblo…y aquí viene el segundo momento, dejar, ya no tu tierra geográfica y tus amigos con nombres y apellidos, ahora se trata de dejar todo aquello que traes en las maletas, en la cabeza y en el corazón y empezar de nuevo. Salir de tu tierra es salir de ti mismo, de lo que has sido y de lo que has hecho, de lo que crees que sabes, y de lo que crees que tienes…este segundo salir es tan difícil y complicado como el primero, pero lleva más tiempo, y para este viaje no hay aviones.

Empiezas en una tierra nueva como niño pequeño: tienes que aprender todo, comer, hablar, sentarte, reír… es el primer paso para que la tierra nueva sea tu tierra y tu pueblo. Y poco a poco descubres nuevas gentes y nuevas familias que se hacen tuyas. Y aprendes a acoger, a querer, a respetar, a bromear…

Si coger un avión hacia lugares desconocidos es toda una aventura, no lo es menos dejar tu cultura, tu lengua, tus formas de hacer y pensar…para adoptar las de otro pueblo. Este segundo viaje es imprescindible para ser misionero, no se entiende el compartir mi fe con un pueblo, si no sé hablar su lengua, si no entiendo su cultura: si no río cuando ellos ríen si no lloro cuando ellos lloran.

No tengo nada que decir o enseñar a nadie, todo lo aprendí por estas tierras de Benín y Níger, pero sí me atrevo a invitaros, sobre todo a los jóvenes, a salir un poquito de “vuestro mundo” para entrar en el de otros, cuesta un poquito, pero luego la vida toma un sentido que da vértigo, y sobre todo si es en estos países del sur, los más pobres del planeta.

Un abrazo Isidro Izquierdo.