Bueno y no me detengo en
historia o cultura. Lo primero es dar gracias a Dios porque los Gobernadores de
los Estados y los Alcaldes están siendo más razonables que nuestro presidente
de gobierno. Recuerdo que el día 17 de Marzo el Gobernador de Bahía suspendió
todas las clases y suspendió todos los desplazamientos en autobús por toda la
Bahía. Yo al día siguiente tenía que viajar desde el Seminario en Feira de
Santana a mi casa en Andaraí, pasando por una parroquia que estábamos en plena
fiesta de San José. Ya el día 16 los curas vía whatsapp decidimos cerrar todas
nuestras iglesias y suspender todas las actividades diocesanas, previendo lo
que nos llegaba encima.
Desde entonces comenzamos
a vivir nuestra incertidumbre. Estábamos comenzando el año y con un Plan
Pastoral Diocesano para cuatro años y todas nuestras parroquia, durante el mes
de febrero, habían elaborado el Plan Pastoral para este año 2020.
Y la gran pregunta ¿y
ahora qué hacemos? Aquí en mis tres parroquias tuvimos el día 20 reunión de los
Consejos Pastorales (recuerdo que fue muy cansado porque tengo una parroquia a
una hora y media, la otra a 45 minutos y la otra donde vivo) para informar de
la decisión tanto del Obispado como del Estado. Y comenzamos esta andadura.
Llegaban todas las
grandes fiestas de Semana Santa, Pascua,… Fiestas grandes de los patronos de
las parroquias y comunidades, un total de 42 con bastantes kilómetros, muchas
de ellas superando los 100 Km. y superando la hora de desplazamiento. Unas
comunidades que en dos Parroquias estaban empezando la mayoría. Dimos los
primeros pasos de encuentros con los animadores (más bien animadoras) para
comenzar la formación y la organización.
¡¡¡TODO HABÍA QUEDADO EN
UNA SITUACIÓN QUE NADIE SABÍAMOS!!!
Y comenzamos cuidando la
Iglesia Doméstica, grabando oraciones con las lecturas del día y enviando por
whatsapp a todas las comunidades. Y celebrando el Domingo de Ramos con una
grabación para bendecir los Ramos por las calles y una Eucaristía con cuatro
personas en casa por facebook, Semana Santa y así durante todos esto meses con
diversas fiestas de importantes como Pentecostés (conocida como la Fiesta del “Divino
Espírito Santo” que es la fiesta más importante de toda la Chapada Diamantina”.
Pero eso es lo más fácil.
La situación comienza a degradarse, y la crisis económica llega a lo más hondo
de nuestras familias. El hambre física se ha hecho presente. Incluso con
algunos problemas de abastecimiento, lo que provocan un aumento de los precios
increíbles. Solo como ejemplo, el “feijåo” (las alubias nuestras) ha pasado de
R$ 04,25 reales a R$ 09,75; el arroz de R$ 03,25 a R$ 06,20, todo en los sitios
más baratos (pongo los precios en reales para que nos hagamos una idea de que
se ha doblado en pocos días los precios de los alimentos básicos)
¡¡¡Llegó el hambre!!!
Viejos, adultos, niños que muchos días se van a la cama con un poco de arroz o
con un poco de leche en polvo, o con un bollo de pan francés que es más aire
que harina, o incluso sin cenar. Muchos padres sin casi sin comer nada en todo
el día para que sus hijos puedan comer.
Ante esta situación el
gobierno, o mejor “desgobierno” ha dado R$ 600,00 a cada familia. Lo que entre
otras cosas a provocado una colas inmensas en el único sitio donde se puede
cobrar, que es el lugar donde se apuesta a los diferentes juegos de lotería de
Brasil (“las lotéricas”), lo que ha provocado que se dispare el Coronavirus.
Y comenzamos a
organizarnos con los diferentes grupos de wapsapp para que traigan a la casa
parroquial alimentos y productos de limpieza. Y LA SOLIDARIDAD DE LOS POBRES SE
HACE REALIDAD. Comenzamos a organizarnos. Primero visitas a las casas. Segundo
organizar, higienizar y desinfectar los alimentos. Tercero, reparto. En total
hemos repartido en los meses de Abril y Mayo lo que aquí llamamos “Bolsa de
Familia” alimentos y productos de limpieza para 167 familias distintas (cada
bolsa de familia pesa 30 Kg. Que de aquí en adelante tendremos que reducir)
Para mí ha supuesto llegar a todas las calles, plazas de las comunidades en
total de 39 comunidades la más pequeña de 40 familias y la más grande de unas
1.500 familias.
Y por último, todo esto
ha supuesto una “reconversión ministerial”. Entender qué es lo fundamental para
un sacerdote misionero en estas tierras, descubrir la experiencia de fe de las
personas, vivir el compromiso de los laicos líderes en nuestras comunidades,
asombro de las iglesias evangélicas hermanas que no tienen esta capacidad de
compromiso misionero, y sobre todo “PURIFICAR MI FE Y MI MINISTERIO
SACERDOTAL”. En resumen: el Espíritu Santo ya está allí cuando nosotros
llegamos.
Serían muchos aspectos
que podría compartir pero solo uno: Dar gracias a Dios por estar viviendo esta
situación tan rara pero a la vez con una profunda experiencia de “escuchar a
Dios desde el silencio de los pobres”; “comprender el ministerio desde otras
claves de servicio a los hombres nuestros hermanos y a la creación nuestra
casa”.
Doy gracias a todos los
que desde mi Diócesis de Plasencia están preocupados y dispuestos a ayudar con
su comunicación constante y con su aportación económica para estas tierras que,
si ya eran pobres, ahora van a volver a la “pasada esclavitud”.
Que el Espíritu Santo nos
ilumine, que la fiestas “juninas” (típicas en el nordeste) de San Antonio, San
Juan y San Pedro nos ayude a profundizar en nuestra capacidad de vivir en
profundidad el Encuentro con Dios en la oración, el Encuentro con Dios en
nuestros hermanos que sufren y el Encuentro con Dios en la creación.
Un abrazo.
Julián Martín Paniagua
Sacerdote misionero placentino
Sacerdote misionero placentino